No hay nada de que hablar en esta nuestra vida normal, solo en ese tiempo instintivo noto mis manos vacías y quiero imaginar el mundo que de niña tanto pensé, los entes que rodean los ángulos de mi espacio son tan dolorosamente extraños, ajenos pero sentidos hasta los huesos, el dolor de la gente de islas desiertas, la ausencia de padres de niños perdidos en la sierra, el hambre de asfalto en mi propia tierra, todo lleno de dolores que no comprendo que solo veo y en el espiral de los ojos tercos se acumulan como tinta seca, hay tantas cosas que digo en mi soledad, hay tantos a los que hoy de la mano quisiera tomar.
Creo aun en las flores que brillan sin más, y que hay algún lugar de cielos multicolor donde los ecos de las risas sanas se escuchan sin cesar, creo en la tierra fértil de algún lugar incognito, pero hoy no deseo creer, deseo crear ese camino que me lleve a levantarme de mi cómoda y absurda tranquilidad, para transitar por los pasillos del mundo con este pequeño ser que soy, derramándome gota a gota entre las calles viejas, entre aldeas desiertas, y de la mano de niños ajenos que buscan una vereda.
La conciencia se incendia a cada paso recorrido, en la mirada del niño de mi sangre veo ansiedad y desconsuelo al no entender que pasa con el cielo, con sus tonos grises de guerras sin dueño, que pasa con la niña, su amiga ausente, que camina entre las bestias metálicas de ojos encendidos para acallar el hambre de siglos, cómo explicarle que el mundo es cada día menos habitable, cómo darle sentido a su recorrido y sus ansias de ser grande, si su guía mas sabio y admirado también se pierde entre las incógnitas de los sueños que no le han sido revelados.
Simplemente cómo decirle que solo con sus lagrimas y sonrisas de ave de serenidad volveremos a reconciliarnos con las almas y encontraremos los caminos por andar en serena y confortable paz.
Temiendo el declive de nuestros secretos sigues mintiendo frente a mis más sinceros ojos, los que te cuentan de la poca cordura, de los insomnios que no te fueron dedicados, que han gritado tu necesaria ausencia, y como es que llegamos a mostrar la más cruel rudeza de las manos y las caricias que hieren más que las palabras mal intencionadas, no tengo camino hoy para tus manos ya añejas, no tengo tiempo en los relojes titilantes de la habitación para decir tu nombre que ya no me pesa, has liberado mis agonías, has desatado mis verdaderas alegrías, y con crudeza has mostrado que es mejor mantenerme inmersa en la volátil fuerza que nace de mi interior y a solas se cosecha.
Tengo aliento de sobra para andar mi camino lleno de arena, de piedras de mar, con el viento pegando en la cara y dejando a mi mente navegar, tengo luz inmensa en mi habitación que se muestra cada vez más sabia y menos densa, pues tu partida mas que tristeza deja en mi boca y mis manos frías una sensación de renovación sin reserva, sin flagelo, y con un volcán en erupción que me reclama el sendero a seguir para seguir ardiendo desde dentro y así buscar el mejor porvenir…
Consumidos por las olas eternas de lo cotidiano,
los cuerpos ya no miran cuando van por calles de silencio,
el cielo tan incierto con esas nubes nostálgicas anuncia la llegada de una tarde más
donde el humo y las ausencias son lo acostumbrado, donde ponemos el futuro de ante mano,
cada espacio es habitado por agonías,
insomnios, o males de la mente incurable.
Nos vamos creyendo los miedos,
y terminas por saber poco de mis silencios,
confrontamos los susurros cuando les gana el lamento,
y las melodías delatan al cuerpo;
El espejo ya no es cordial con los ojos de hierro,
careciendo de adulaciones necesarias
no entendemos lo que está naciendo.
No sobra tiempo y nos faltan esfuerzos,
lastimosamente nos regalamos besos absurdos
(frías esquirlas de lo que fuimos)
sonreímos creyendo ser honestos,
y la mirada absorta grita las mentiras más sentidas
con las que acariciamos la noche
y así logramos habitar las frías brasas de la cama.
Tan solo tres veces han bastado para devastar al corazón, en cada tacto que puedo contar con una mano me sobran motivos para esconder a diario mi razón, para mirar a los ojos con aflicción y desnudar la tenue estela de verdad, van quedándose en las palabras la zozobra de una distancia desde mucho antes determinada, en el desvelo de los ojos ya cansados se acumulan los gestos de pasión, la magia se agota y la paciencia huyendo va por la ventana por la que el viento ya no sabe conjurara tus labios inevitables, mientras en mi espalda se agotan los días de sonrisas y falsedades cuando por inercia trato de callar tu nombre mientras la piel arde, el alma te pide a destiempo, aquello que no se preguntaban las nostalgias hoy se consume en los motivos, pesa unos cientos de días más este cuerpo que no sabe de caminos ni cordura, que no es fiel y se le ha olvidado la discreción, vos sos perdición para la conciencia, pero hay más de una razón para que sigas siendo inspiración.
No ha importado ya navegar en otras vagas fronteras, tan feliz esta mi alma por saber de toda la luz que le das a los sitios más temidos de pasos sin destino, poco sé de futuros y van quedando huellas en mi espalda, esas que tu fugaz presencia deja cuando de madrugada un blues anuncia tu lejana y conmovedora presencia en este oscuro tiempo en que me tienes, puedes hacer trizas mi cuerpo y desgarrar mi cordial monotonía, puedes quedarte con mi piel que se desgarra y con la sangre de mis labios derramada sobre la almohada en que tus sueños no descansan.
Provócame a buscarte entre las astillas de esta historia que no te pertenece, en la que eres visitante fugaz y tiempo renovado, dale aliento a los susurros cansados de lo que no te cuento cuando mis ojos contienen lagrimas de anhelo, que esa canción triste de mi vida sea el eco de una historia sin fatalidad, enséñame a conmover tus manos para hacer estragos la razón, déjame en silencio cada noche de efusión, devora esa ficción física que llamo deseo de probar de nuevo el néctar cálido de tu cuerpo, incítame a olvidarte para calmar el desazón, sabemos que no hay tiempo que alcance para esperar una ilusión.
El aire frio y la falta de tiempo nos fue entregando a la desnudez de nuestros sentidos, contemplando tu mirada cálida encontré mi lugar y la poca distancia; entre las memorias y esa manía que tenemos de llamarnos con la nostalgia, de presentirnos junto con la llegada de una ansiedad provocada por la savia diaria.
Remontamos los años libres donde solo éramos silencio y afanes, nos acercamos en ese momento que la mirada era unísona y enero cálido como el mar que contiene mis andanzas, caímos en el absorber de los aromas que no nos olvidan y mantienen súbitas estas ganas de encontrarnos por lugares paralelos a nuestra vida, esos que nadie conoce y solo nosotros sabemos evocar.
Jugamos con el tiempo y la piel, trazando líneas que nos llenan de emotivas secuelas para recordar mientras nos estremece el recuerdo de lo que no somos, de lo que hacemos sin delatarnos ante el mundo, sin hacer confesiones de lo que mi cuerpo te ofrece mientras estas en un lugar donde no te alcanzo, pero aun así te percibo y quisiera meterme en esos sueños que te envuelven y te salvan de la penumbra.
Quisiera entrar igual que tu cuando invades mis desvelos, para poder contarte con susurros lentos mis fantasías, y como es que me tienes ahora junto a tu cuerpo dulcísimo pensando en cada caricia que puedo entregarte antes de que me traicione el tiempo y volvamos a nuestra realidad, entonces el segundero sigue con su eco y acerco mis ojos a los tuyos y nos volvemos seres mitológicos que por solo esta ocasión están solos con la libertad de venerarse.
Aun así callamos estas palabras que dichas con nuestros alientos arrancarían la sorpresa de sabernos ajenos, truncarían la intención de reencontrarnos de nuevo en este nuestro espacio inmenso para jugar a lo que la mente desee a lo que tu cuerpo me permita, donde te amo y lo niego, donde te dejo, donde ya no tengo nombre y solo puedo hacer magia.
Para este cuerpo incierto ya no eres un hombre, eres un ser efímero que trasmuta mis sentidos convirtiendo mi cosmos en un lugar mas habitable, donde mis latidos son fuertes y mi corazón no se detiene, corre ante la supervivencia, persistiendo ante el siguiente descubrimiento de nuestras conciencias.
Negando el frío que me dejan tus secretos
me acobardan las palabras imprevistas,
doy señales tibias de mi predilección
que no sabe de algún otro son.
Tus manos lentas
justifican mi deseo de seguir pasos ajenos,
provoco a mi piernas de manzana que se alteran con tus ecos
sin terminar de contar las estrellas en tu cuerpo.
Se acelera el pulso de mi ser
para correr al encuentro con tu miel,
los anhelos cautelosos van entre el viento
sigilosos para al sol no encender.
Sigo agonizando entre mis libros y las viejas cartas,
ya no creo en la sonrisa decolorada
de aquella fotografía sepia en mi almohada,
donde con el cigarrillo diurno consumo mis ganas.
Camino por mis calles húmedas
que sabes son el pan de cada día de nuestra lejanía,
platico con las flores
que son el agua fresca para la espera.
Cuento los días cordiales
de humana correspondencia,
escuchando el blus de tu voz tersa
le doy a mis ojos afecciones placenteras.
Mi camino por esta tierra
se renueva con tu canción honesta,
entonces pido al cielo ser una de tus estrellas
y respondo a tu grito de guerra:
“Quiero ser Mar para tu Luna Nueva”
Eran las tres treinta de la tarde , y el sol estaba escondido para darle más emoción a ese día, que prometía sorpresas , la imagen de los viejos amigos, y la tenue voz de los antiguos guías, dejaban un sabor sincero, María salía de su antigua escuela con las manos frías y con la calma de visitar el espacio que por unos años la contuvo, y le regalo esas ganas de crear historias, sueños e intentar hacer arte, su sonrisa lo decía todo, estaba feliz de saber que las cosas cambian pero no nos olvidan.
Cuando se percato que faltaban quince minutos para las cuatro, apresuro el paso, para llegar a aquel café lleno de color verde, altas vistas, y con un nombre que hace que quien sea renazca, ya en el lugar miro el gran reloj que estaba frente a ella, cinco minutos antes de las cuatro, como siempre llego antes de la hora, miro hacia su alrededor, y casi no había gente, aun así decidió subir las escaleras para encontrar un sitio más intimo, la mesa que escogió tenia la vista alta y la explanada se veía maravillosa llena de palomas y gente que siempre se sienta a reconfortarse un poco o solo a pensar en lo sublime del mundo.
Ya tenía en mano un café y el reloj enorme anunciaba la hora precisa, en ese momento de entre las hojas de un árbol se dejo ver la imagen del viejo amigo con el que hace años no hablaba, la sonrisa de ambos fue sutil, cuando desapareció debajo de ella, solo quedaba a esperar que terminara de subir, al verlo casi cerca María se levanto y ambos se dieron un abrazo sincero, se sentaron charlaron un rato contándose de todo aquello que en estos años acontecido en sus vidas, ya no eran los mismos pero seguían pareciendo dos niños jugando a ser grandes, las risas, las miradas, los pequeños roses, todo era sublime, perfecto, cuando la luz de día comenzaba a marcharse, decidieron caminar un poco, y visitar esos lugares añejos, por los que antes dejaron plasmada su esencia, una fuente, un camino, una iglesia, como siempre testigos de las escenas de estas dos almas.
Ya con la luna sobre ellos la plática se convirtió en remembranzas de lo que antes fueron, en eso que los mantiene latentes en el pensamiento de cada uno, como transformaron mundos, y se volvieron nocturnos, las anécdotas de esos días les arrancaron sonrisas indiscretas y suspiros sinceros, ambos estaban de acuerdo todo fue maravilloso, sin predisposiciones, condiciones, o incluso problemas fatídicos.
Sentados en aquella banca, daban la misma imagen de cuando aun eran niños, solo mirando de cerca te percatabas que esos dos ya eran adultos, con un sitio predispuesto totalmente distinto, a lo que algunos años antes solían envolverlos.
Estaban por marcharse cada uno al destino que los llamaba a separarse por este día y quizás por una vida, cuando María pregunto si recordaba el primer encuentro en el que todos los sentimientos surgieron, con risas él solo dijo que no muy bien, recordaba una salida al cine, y algunas frases intercambiadas, pero de pronto con toda seguridad él dijo:
-Pero me acuerdo que traías tus zapatos rojos.
María sonrió y lo miro con esa sencillez con la que se admira a las cosas maravillosas del mundo, toda una existencia había ya pasado por ellos, y aun era capaz de recordar los zapatos rojos que los acompañaron en el camino que por un tiempo recorrieron juntos.
Aquellos zapatos seguramente se quedaron guardados en algún cajón del closet, así como cada historia entre esos dos amigos sinceros se quedó guardada en el pensamiento de María, para hacer magia cuando la noche la alcanzaba.
Hace unas noches la piel se consumió en sensaciones, la música hizo maravillas en oídos antes sordos, los afectos se mezclaron y provocaron cierto éxtasis algo confuso pero que sigue siendo agua fresca en este mundo turbio, me sorprendo justo ahora en lo sencillo que es darle forma a las frases cuando tienen un destino concreto, pues quizá la inspiración ande temerosa y no deja que las musas entre en los versos que pudiera escribir, aun así las cartas siguen siendo un buen pretexto para dejar que las manos ligeramente tracen las palabras que tengo en la boca y sobre todo bien asentadas en el corazón; esta tarde a las 16:34 exactamente el sol entra destellante pero se respira la brisa marina tan profunda, el canto de aves es melodioso, y el ambiente un poco distorsionado, pues después de un año increíbles cosas se van moviendo en el cosmos con un toque místico para que mis ojos le puedan ofrendar franqueza cuando por costumbre tengo que callar lo que no sé si pueda gritar, el cotidiano y común “CUIDATE” se transforma en el recurso para decir lo que tanto ya sabe usted, los incrédulos minutos van caminando lentos en la tranquilidad abrumadora de mi habitación, y por motivos que he aprendido desde niña busco en sus letras frases que realmente se cumplan, y que el resplandor excéntrico de sus ojos me de ese *puñito de aire bravo para este mi caso de asfixia en la playa. La ciudad lejana me exige como el viejo tango que vuelva, pues hay tanto que redescubrir en ella, y aun mejor tanto que no he conocido, pero irremediablemente el mar me reclama para mantenerme estática como si el predijera que algo pasara si salgo de este lugar.
He pensado en una partida que no logro justificar sin que mi indignada memoria me repita incesable que no es mas que la huida cotidiana de mi corazón poco prudente, pues no sabe de límites ni de análisis antes de las reacciones, y cuando se encuentra envuelto en el ardor mismo de un amor de fuego es cuando recuerda que una vez mas puede ser lastimado, herido, y quizá esta vez por fin aniquilado, así que busca la distancia, pero en este caso se le ha vuelto aun más complicado pues la distancia existe, y no solo esa que definimos por kilómetros, aquella que también se traza en las palabras, en las actitudes y en la cordialidad, al mismo tiempo mi cordura (la poca que aún queda) me confronta para aprender a no escapar, a resolver lo que en estas décadas nuca he hecho bien, curiosamente sus letras dedicadas a la sabia de sus años y su gente que no conozco, me advierte que no será sencillo, pues no solo se trata de sentimientos, mis ojos se han dejado conquistar por su voz, sus letras, su vida, su humanidad, por todo aquello que de alguna manera me hace renovar mis teorías de porque amar.
Poeta no sé si queriendo o sin pretenderlo pero se ha vuelto un inmenso astro en el cielo de estos ojos negros.
La sencilla pregunta hecha en unisonó coro por dos seres ausentes deja la sensación de complicidad, que sólo la noche sabe otorgar, instintivamente ante tanta sensata y evidente correspondencia de emociones y compatibilidad de deseos, no queda más que dibujarle a la noche los signos claros de decir sin zozobra cada uno de los afanes que a la piel se le ocurran, que a los labios hacen arder… curiosamente una canción toma más sentido, su titulo se torna profundo… y ya no importa el tiempo pero si se piensa en las distancias, en aquellas bien marcadas en los mapas, pero inútiles para quien por razones concretas ama.
Ese “Cuándo” sólo trataba de darle sentido práctico a lo que en algunas tan cotidianas noches la voz le da una imagen clara, trataba de darle forma a un nuevo encuentro físico que en ocasiones añoran los ojos negros de ella, y quizá él espere a que se haga real junto a su guitarra mas sabia.
Espere que me ganara el sueño y despertar ya entrada la luz matutina para escribirle, quizá la madrugada se aferro a no dejarme dormir y obligarme a levantarme de aquella cama que no consolaba a las palabras que intentan contarle como es que mi mundo se ha dejado cautivar por su tan arraigado y convencido compromiso con su Arte: tan honesto, tan puro y cierto; es emocionante saber que tras fronteras tan cortas encontramos todo aquello que desde dentro nos hace revalorar el camino, nos demuestra que el crear es necesario, y no hace falta mover montañas o atravesar mares para darnos cuenta que cerca hay personas capaces de todo esto, y sé que le resultara extraño que le hable de cercanía puesto que hay unos cuantos cientos de kilómetros entre su poesía y la mía; aun así nacimos de la misma tierra, crecimos andando por las mismas calles viejas llenas de historias maravillosas, y que contienen energías tan puras, tan intrigantes, sé que mirando mas allá de lo conocido, atravesando mares y pisando nuevos mundos existe muchísima mas gente con aquella necesidad y estas ganas de mostrar al mundo la belleza que hay en la vida misma, pero hoy solo quiero pensar en vos, en nuestra tierra, en nuestra gente…
Mientras le escribo recuerdo algunas caminatas por el centro de aquella ciudad a la que pertenecemos, y recuerdo algunos personajes de los que jamás uno cree que se quedaran en la memoria, recordé a un niño de no más de diez años que corría por el Palacio blanco que tanto me gusta, aquel pequeño con una sencilla frase hizo que volviera a creer en la honestidad de las palabras, o incluso recuerdo a una chica extraña pero divertida que nos hizo reír cerca del centro de otra ciudad a la que amo; cuántas historias vamos acumulando en la memoria, algunas en compañía grata, otras quizá no tanto y muchas más en soledad, pero esto es lo que nos renueva para darle forma a las líneas que arman emociones dentro de algunos que nos leen, que nos reconocen y que nos van dejando en su pensamiento.
Pensé en que esta carta seria larga y llena de palabras que le expliquen una sola verdad, pero para qué desgastar el espacio, las letras y las emociones si podría ser tan fácil de explicarlo con una sencilla frase, es quizá la necesidad de hacer espirales de madrugada para que las emociones resulten menos directas y no para usted sino para mí misma, y vuelvo a la manía de darle círculos a los textos para solo poder decir que creo tanto en usted, y necesito tanto de sus letras.
¡Adelante! sigamos caminando por este sendero creativo pongamos la fe, que bien se que la tiene en su lugar, pero dejemos que sea ella misma la que nos guie, esa fe que tiene en usted, la que yo tengo en mi, y la que de mi sale para creer en usted.
Buscando la puerta correcta...
Expandiendo muros, contemplando ventanas, y escuchando al viento que canta ante la primavera exagerada, añorando los eneros cálidos