"Hasta siempre, hasta pronto, Adiós. "

martes, 18 de enero de 2011



El aroma de las hojas secas cantando bajo los pies
Mientras los ojos, calles después,
Se posaban en el viejo reloj que marco las cuatro con cinco
Y la tarde empezó a ceder.

En los labios callados se agolpo el sabor de la canción premonitoria
Escrita a la pasión que provoca este lugar de plazas y magias,
Los caminos de asfalto más suaves que la orilla de cualquier playa
Van dejando la noche cálida del enero inagotable.

Junto a la amiga inventada
La luna divulga el último trago de los incondicionales
Los que no se despiden,
Los que no cantan finales.

Se dejan las puertas
Para abrir ventanas de asiduas presencias,
Aunque el tiempo termine
O el tic tac paralice.

Para los efímeros cuerpos
No existen ni tiempos,
Espacios
O secretos.

Se es solo la esencia
De una tangible admiración
La que marca conciencias,
A la que se le llama en ocasiones amor.

Con juegos gráficos de cuerpos ansiados de comprensión
Se va elevando la fidelidad al sendero de la honestidad,
Para alcanzar francos desvelos
Que doten de la mejor imaginación.

Sobre todo dejando de ser materia
Ya no se sabe de fronteras,
Volcando la impetuosa energía
Para provocar la ola escondida.

Por los intentos fallidos se planta una semilla,
Por los pasillos no recorridos se guarda una fotografía,
Entre los secretos contados el mar se lleva una herida,
Entre los ojos inquietos se queda esta pasión vivida…

…Y solo así se dice “Adiós” en una estación...
Sin mirar a los ojos pero sonriendo a la bendita inspiración.

Desde aqui...

martes, 4 de enero de 2011


Sigo por las mañanas escupiendo mi realidad, en las tardes calurosas y precipitadas aun el vértigo me atrapa, no he hablado de las repugnantes madrugadas pues sigo vomitando mis secretos y hundiéndome en el sueño a esperar.
Antes del día, si aquel día, las madrugadas me dotaban de impaciencia, esa que sabe a agua fresca, me dejaban ansiada de desvelo, el insomnio era el mejor aliado para saberme viva, para sonreír, pero todo esto se va difuminando, por aquel día, si ese día.
Me resulta ya enfermo mi cabello de donde cuelgan ideas de decisiones tomadas por una solemnidad absurda, que importa ya definir la vida como buena o mala, aun así puede sonar patética y repulsiva que ha basado sus pasos en seres sin descanso, en materia que no da tregua e incluso familia que desconoce las verdaderas venas que me  habitan.
He querido llamar a mis fantasmas, esos que aun viven y caminan pensando en la calma de sus días, esos que comen con sus madres  o a solas en una habitación llena de recuerdos de su corta vida, he querido preguntarles desde hace días que pedazos de mi tienen cada uno, recordar con ellos cuando nos cruzamos y que era lo que ellos andaban buscando, pues en mi había la necesidad de un eco, de mirarme como en un reflejo, de escuchar de otra voz las palabras que yo murmuraba mientras andaba en la búsqueda de versos por sentir.
Sin engaños debo decir que solo encontré esas sutiles palabras en quien no se llevo nada, en quien a pesar de las formas permanece; aun así me atrapa la apatía de sentir una vida desahuciada, donde ya me parece irónico esperar amor, o demostrar lo que soy, donde ya no importa si la gran señora de materia cree en mis sueños de benevolencia, ya tampoco es practico creer en el guía que sus días pasa solo sin medida, sin embargo hay una luz tenue que se mantiene encendida para seguir andando con mis teorías, para no llevar al fin esta sentida necesidad de irse por el camino que nunca se pierde, por partida doble de una pequeña alegría es que se sigue buscando complacer a estas pasiones que piden ser concretas.
He pensado que de una sola vez debo escupir o tragarme definitivamente los sentimientos que son ya añejos, soplar al viento a cada uno de aquellos compañeros que colecciono para los días de soledad con sabanas frías, tal vez mis manos dejen de arder, mis ojos de envejecer tan rápido, y mi cuerpo sane estas agonías.
Hay algo que me hace pensar que será el mejor sendero por el que andaré, son esas palabras dichas mientras contemplábamos el mar en la playa lejana de mi mente, junto con la inocencia que nos quedaba, y la risa que jamás pudimos darnos en soledad, donde mi eco era su voz, y mi reflejo eran esos ojos lucidos y vivos. Donde fui quien soy y donde acepte que ya nada importa solo ser quien nació, amo y ahora necesita vivir.
 
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