Punto cero.

sábado, 30 de enero de 2010



Indagas en las llanuras de lo práctico, de lo conocido,
y como un dios menguado crees a ciegas en la distancia que propones,
en los mares que no deseas navegar,
como demonio taciturno pretendes engañar a mi corazón indecente,
y conquistar mi cuerpo errante.

¿Qué no ves mis horas adulteradas?
¿Has sentido mi cuerpo que te llama de madrugada?
¿Piensas en mi lejana despedida cada mañana?

La neblina espesa comparte con mis esperanzas su turbiedad,
ahogándome en el remolino de tus palabras
las que ya no leo, las que poco escucho, las que no deseo invocar,
perdida en la dualidad inconsistente de mis circunstancias
evoco el olvido que hace tiempo negaba.

¿Sientes mis labios desgarrándose en tu ausencia?
¿Has pensado en mis días sin tus manos tercas?
¿Imaginas mi destierro de tu ambigua vida?

Y viene como insulto la luz matutina,
perdiendo esa oscuridad donde te puedo encontrar,
se derrumban los ardores, los sueños a ojos abiertos,
la piel pierde su calor, dejando el sin sabor de un develo disipado,
quitándome las promesas de no sentir dolencias.

¿Entiendes que estoy aquí sin mas que mis ganas?
¿Importa que le grite al viento un adiós sin motivo?
¿Algún día jugaremos a la vida?

Encontré mi no lugar en tus manos sin quimeras,
descubrí tu cómoda soledad que tan bien cimientas,
decidí ser invisible hoy para tus treguas,
coincidí en un camino que de ti me aleja;
hasta siempre incauto día de mis vivencias.

Delirios.

martes, 19 de enero de 2010


Bajo la oscuridad de la casa vieja a la que vuelve constantemente, María ha dejado sus ecos en las paredes de las habitaciones vacías, va dibujando con la noche secretos y gemidos, y conforme el tiempo la entrega a la hora de los demonios y fantasmas efímeros, su cuerpo revelado arde de ansiedad, de deseo, y llega al estado mas metafísico que jamás antes había sentido, como la luz del túnel una voz lejana que ya se siente caliente en sus venas la trae de vuelta al submundo que ya habita esplendorosa desde hace meses, ¿Quien es ahora esa fugitiva de las verdades especificas?, ha preguntado mientras mira sus pies absortos que ya no bailan en telones rojos o sabanas de camas ajenas, se rasguña el cuello como espasmo involuntario para calmar las manos que intentan alcanzar el contacto del ser lejano, arde interminablemente devastada por un amor puro, cierto, y delirante, pocas veces para María había sido sencillo el amor, y quizá nunca había logrado conjugar el deseo, la pasión extremada, y el amor sincero, siempre planeando cada palabra, cada beso y cada silencio, pero hoy desde la ventana de la vieja casa, a la que no pertenece se encuentra conjurada por los sentidos sublevados, conclusa ante una verdad que parece no tener camino, pero que le da a los pies un nuevo destino, aunque las palmas de las manos ya no hagan magia en los escenarios o los pies no inviten a la desnudez de los cuerpos de amantes furtivos, María ya tiene un destino arraigado para sus piernas de manzano, la soledad de sus contactos ya no es pesar de sus creencias, es su intento más franco de ser sincera.

La música como protagonista hoy de la noche que ya deja la candela y se vuelca en el sosiego, rejuvenece las voces de seres inciertos, que no son títulos ni son tangentes, son viento y son afán, mientras María ama en su orilla cómoda de la orfandad alimenta también el deseo naciente de la piel que deja la canela para ser gardenia, ser aroma presente y brisa viajera; y la fatalidad como terca antagonista, tiene que surgir para dejarle en los labios el sabor secreto de los desgarrados besos en los que ahora solo posa su anhelo, pues no hay boca que le de ese dulce dolor que sabe a tierra nueva, a hoguera encendida, a agua que calma esta sed brutal.

Se tira en el suelo seducida por las verdades que ya no son mas obstáculos de sal, el oleaje ya no pesa cuando pide desde la canción vieja que él duerma con ella; él: incognito ser para la vida diaria, él: fugaz para las morales ajenas y poco sabias, él: prohibido para sus ganas, él: amor sincero y sin dudas condenatorias para el cuerpo de María la que como viento se desliza por su propio cuerpo físico, por su propio espíritu ansioso, por sus ignorantes caminos, concluyendo en la explosión más tenue de sus senderos lluviosos, húmedos de agua dulce y sabores no descubiertos, grita desde el silencio que le deja el ritmo de las melodías hoy creadas por el ímpetu maravilloso del hacedor de palabras, de sonidos culminantes, de todo aquello que la cautiva y la envuelve desde la sangre hasta la parte más sensible de la piel de un sexo condenado, de unas manos arraigadas en los lazos del cabello misterioso de su ahora mas nombrado inspirador.

Y de nuevo María vuelve del éxtasis de los desvelos con las mejillas palidas por el frio de este invierno exagerado, mira al cielo con nostalgia frenética de reencontrad su cuello posado en los brazos cálidos que han dejado absorta su memoria, colmadas sus historias y con nuevas teorías sus caminos de aquella ciudad inventada para un encuentro que espera ser en tres tiempos, espera ser asentado en la silla de los viejos magos, posado de los licores sabios, y paseado por antiguos caballos. María la niña que duerme desde aquel día, María la vieja de manías, María la callada amiga, y por ultimo María la calma de los días.

Vocablos mal intencionados

sábado, 16 de enero de 2010

Me doy cuenta que he olvidado una palabra,
he querido decirla desde hace días,
pero se estrecha en el alma
y muerde la boca.

Sera el sigilo del destino,
en el que no creo,
o la terquedad de la abusada memoria
sedienta de respiros.

Sin la respuesta,
que es pedida al espejo,
me lanzo al sueño
para materializar lo que debe de ser concreto.

La canción enseñada
por el llamado aliado,
le da sentido a lo que los ojos
no recuerdan como darle signos.

Las manos arden,
buscan en el diccionario:
lo que dialécticamente esta sentido,
lo que absurdamente no es sufrido,
e irrefutablemente se ha decidido.

Mecanismo de Inocencia.

miércoles, 13 de enero de 2010


Contando cada estrella que mi ventana me permite ver, hago un recuento de los que he nombrado versos, pienso en un padre ausente ante los ojos del presente pero del que se ha aprendido tanto, en la madre devota que aun lucha por la niña que ha dejado entre las jacarandas y el parque silencioso.

El espasmo del invierno y su aire que sabe a brisa marina renombran los días en que la inocencia dejaba rasguños en las manos y cicatrices intactas en las piernas, los ecos de las aun tiernas voces de amigos sensatos de cuerpos opuestos retumban en las hojas sepia del único recuerdo dejado tras los años en los que los intentos de gritos se volvían poemas jamás dedicados.

En cuanto la estrella más luminosa súbitamente deja de brillar, la noche renace como teoría nueva para seguir andando por las calles de adoquines que inspiran a seguir entregando todo, por lo que hoy llamo vocación, los pesares de las frases que leo en los ojos conocidos y heredados, ya no rompen mis instintos, la retorica se desdibuja de los recuerdos para no oprimir el desvelo con heridas ya sin víctima, y algunos a los que se les llamo victimarios se califican hoy como impulsos perdonados, como maestros involuntarios.

Las lagrimas y las sonrisas se conjugan como un único sentimiento, la esperanza, aunque ya relegada, sigue palpitándole al amor, y las manos contra el viento saben que el camino continua sin indignación, con o sin luz en su interior pero con más fuerza para enfrentar batallas y dejar en ellas todo el corazón, terminar de cegar la vista y sonreírle al sol.
 
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