El sol no salió.

jueves, 8 de agosto de 2013

Me contamina la memoria esa sensación violenta que flota entre la marea
Y el perfume del que se va a trabajar,
Ese miedo de no saber cuándo  volverás si cruzas la puerta.

Los niños ya no salen ni juegan,
No conocen de los pájaros que cantan en las copas de los árboles,
No saben de cómo una flor se la lleva el mar.

Somos entes de asfalto pasmados ante lo que las noticas gritan,
Solo tenemos el aliento de pisar firme aquella orilla arenosa
Que trae olas y que deja que uno respire de vez en vez.

Qué grato seria ir y recoger caracoles,
Recoger recuerdos de sonrisas y tactos amables,
Pero vivimos pendientes de miradas ajenas,
Cuidándonos las espaldas como si huyéramos de nuestra propia conciencia.

El miedo ata los pies,
Los silbidos incesantes de armas invisibles, aturden las risas,
Y es mejor guardar silencio,  
Escondernos bajo las sabanas de la indiferencia;

En este tiempo aquel que se manifiesta termina herido,
Los desaparecidos ya no duran años enteros en la incógnita
Hoy los encuentras a los tres días en alguna senda agónica,
Con las miradas apagadas, y los cuerpos  mutilados de pavor.

La batalla de hoy.

miércoles, 31 de julio de 2013


Tengo escrito en la espalda mi más sentido grito de aquella revolución silenciosa que comenzó a nacer entre tus pies y mis manos que rogaban por crecer, que jugaban con el viento de tu ojos, y esas nuestras incendiadas armas que llamamos nuestras palabras;  a tu partida creí que el miedo me iba a vencer, que los cañones del silencio serían más fuertes que mi temple para permanecer andando ahora sin ti,  gritándole al sol que deseo continuar y crear... vino la primavera,  y  ese sin fin de inviernos, y tú en ellos con cada sueño,  poco a poco volví a sonreír con el sonido lejano de tu voz, al compás de esa guitarra que dormía en tu cama, el dolor se volvió agua, para asimilar mejor que no importa la forma tu estas en pie luchando por creer, que antes de mí y de ti, antes de ambos, ese fuego ya era llama incandescente, antes de encontrarnos mirando la misma tierra fértil fuimos andantes de pasiones por el mundo y sus secretos siempre ajenos.
Y heme aquí:  dedicando intentos, contemplando logros, sonriendo con cada espasmo de las pláticas largas que son ahora para mi alma, la mejor ofrenda a tus ganas de crear emoción, emocionalista te decías, emociones es lo que dejaste en mi vida; era respeto,  admiración con lo que siempre mis ojos te veían, y hoy es  profundo amor, ese que no seduce, que no ata, que solo va, ganas de seguir nuestro sendero con mi ojos puestos al viento, y mis pies en el tiempo, ¿contigo?   Si, en las manos y en los sueños, contigo en la mente y contigo caminado juntos, yo por ahora con el cuerpo encendido, y tu con la presencia cálida de siempre

Requiem.

martes, 16 de abril de 2013


Traigo hoy arraigado en el alma, ese sabor nostálgico del  cotidiano café en soledad, tengo en las manos la intermitente urgencia de salir a pelear esas batallas que se han detenido tras mis pasos lentos, muevo el cuerpo constantemente entre las paredes de este insoportable tedio, el pesimismo lo evito cada madrugada cuando mis ojos despiertan serenos pero con añoranza, después de este tiempo, ya me acostumbre a encontrar el camino hacia las ganas de crear, ¡sola!, siempre sola, con mi mano al viento, con mi cuerpo lleno de esperanza; pero de vez en vez cuando el día cansa, cuando la madrugada inquieta, o la noche se vuelca silenciosa y monótona, es en ese instante que mi mano te extraña, es en ese momento que la dualidad de mi sonrisa que te celebra, y mis ojos húmedos que te han buscado, me hace mirar de nuevo al cielo, saber que no estas ahí, saber que no miras las estrellas a las mismas deshoras como antes en nuestra tangible distancia, quizá ahora las miras desde otro angulo, ¡quizá...!  solo esa creencia me queda, entonces vuelvo a dormir para despertar con mi vida diaria, con los viejos desconocidos, con las
lucecitas encendidas de mi alma, con aquellos que van llegando y alientan a seguir andando, no me queda más que conversar con aquellas nuestras cartas, o esperar que tu incierta presencencía me regale esa brisa cálida para sonreír mientras mirando al espejo descubro mis ojos con esa canción triste que solías decirme en secreto;  alguna vez te lo dije, alguna vez lo cante, y lo disfrace, y lo grite, y lo calle: -no te extraño ni te añoro con el dolor común de una ausencia irreparable.  Ya ni a la muerte le reclamo tu partida, ni me resulta un misterio trágico entre tú y yo, es solo que la vida a veces me recuerda que llegaste a mi sendero y me permitiste sentirme cómoda en tu camino, y esa familiaridad de hogar ajeno es el que de vez en vez deseo solo para poder respirar y continuar…
… mientras exista un amanecer para mí, o un insomnio incomprendido para mi alma, te pensare, sonreiré para y por ti, y quizá un día volveré a llorar por no encontrarte, pero recuerda siempre que días tenues como hoy me recuerdan la maravilla que es encontrar seres como vos, aunque sean historias tan breves, aquí estoy con la lucha constante la que ya existía en mi la primera vez que nos vimos, aquí estoy con la alegría inquebrantable que me enseñaste a crear, aquí estoy sola como cuando me encontraste pero siempre con las ganas de soñar…
 
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