Catarsis.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Silencio me regalan tus labios, caminos recorren mis alas para dejar entre tus madrugadas la impertinencia de saberme mal gastada, no hay domino alguno de la esperanza, y bajo el deseo placentero de nuestros cuerpos los días trazan un secreto inconfesable y poco cordial en estos mis ojos de cristal, tantos años buscando la soledad, tantos días ofrendando mi serenidad, y en la boca de los versos turbios mis alas se han vuelto cenizas ardorosas de un mal que tantos llamamos amor, y otros pocos insatisfacción.

Me he marchado con la luna ausente y la poca ira que no pude contener, mi mente dibuja sombras que habrán de ceder, ya no hay tiempo, el ruido vacio del segundero advierte que nunca serás de mi anhelo, que las ganas de regalarte el viento tendrán que quemarse en noches a solas con mi cuerpo lleno de las ganas de tus arrebatos ardientes, que alma tan penetrada, que conciencia tan insensata, que sentimiento tan perturbador.

¿Y si me niego a sentir de nuevo tu cuerpo?, ¿si ya no busco tu contacto?, ¿y si las noches de mi sexo hambriento me dominan?, ¿qué será de mi alma antigua?, ¿qué será de este vacío intermitente?, qué será de esta vida codiciada y de esta inspiración que busca complacerte. Aunque lo nieguen mis palabras mi cuerpo desnudo y delirante de frio va trazando su camino ciego, incierto, maligno.

Me he quedado mitigada por el bálsamo de una boca sublime, atrapada en los ojos de un nocturno acercamiento, concreta ante una verdad inconfesable, y de nuevo los caminos me regalan ese turbio: tic tac tic tac, preludio de que bajo las sabanas y entre el elixir que tu cuerpo derrama, mi aliento se ha destrozado y su fortaleza desvanecido para amarte en la penumbra de saberte lejano, ausente, negado…

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