El cuerpo desde su concepción
Se abstuvo de creer en seres divinos
Preponderantes sin destino,
La fe fue depositada en seres diáfanos,
De carne sedienta,
De huesos mortales,
Rebeldes ante lo que restringe la emoción,
Imaginantes sin cordura,
Aliados de la más sana locura.
Los que vuelven del fuego
Sin lágrimas infundadas,
Con esquirlas de épocas no vividas.
Inmersos en violencias no deseadas,
No vencidos,
No perdidos.
Con pasos apresurados al desvelo,
A vivir sin destino,
Con sueños intensos.
Sin pesares eternos,
No ciegos,
Atentos a los mundos intensos.
Estos que somos guerreros
Sin armas,
Los que sobre los hombros solo traemos palabras.
Los que para mitigar los gritos del agobio de la vida
Cantan desde el alma
la melodía mas honesta, mas vivida.
Sonreímos ante los ríos,
Tomamos de la mano el frio,
Estos que no sabemos de límites.
Y aunque la vida se espese,
O la guerra fluya cada día más sangrienta
Seguimos convencidos de la senda donde se construye la verdadera tregua.
