Niños...

Sus ojos dulces, admirados ante los colores vivos de los arboles, su pequeña voz cálida, refugio de noches incógnitas, sutiles y sabios sus labios bañados en ecos de azúcar, impacientes seres que declinan en la fantasía.

Su llegada a lo sublime ha sido marca de una vida, su refugio en mis planes traza mi camino glorioso, la música a lado de sus pequeños ritmos es más complaciente, y las preguntas bajo la luna, llenan de teorías nuevas este infinito.

Y si mis manos les dedican aliento, mi cuerpo solo espera su gran partida a lo desconocido de sus deseos, mis dulces amigos de cuentos, mis héroes en noches de sosiego, remonten sus alitas titilantes y vayan a los espacios incognitos.

Sigan con las ganas de sabores a cielo, y colores mariposa, contengan el aliento para esconderse de nuevo bajo los hilos de la luna, naveguen su barco pirata que siempre retorna para traerlos a casa, que ante su cansancio estaré cerca para confortarlos.

Su piel blanca de leche me deja con ganas para al mundo trasmutar, haciendo un submundo de efímeros seres que los regocijaran, son mi razón, mis ganas y mi verdad…