Tengo escrito en la espalda mi más sentido grito de aquella revolución
silenciosa que comenzó a nacer entre tus pies y mis manos que rogaban por
crecer, que jugaban con el viento de tu ojos, y esas nuestras incendiadas armas
que llamamos nuestras palabras; a tu
partida creí que el miedo me iba a vencer, que los cañones del silencio serían más
fuertes que mi temple para permanecer andando ahora sin ti, gritándole al sol que deseo continuar y crear...
vino la primavera, y ese sin fin de inviernos, y tú en ellos con
cada sueño, poco a poco volví a sonreír
con el sonido lejano de tu voz, al compás de esa guitarra que dormía en tu
cama, el dolor se volvió agua, para asimilar mejor que no importa la forma tu
estas en pie luchando por creer, que antes de mí y de ti, antes de ambos, ese
fuego ya era llama incandescente, antes de encontrarnos mirando la misma tierra
fértil fuimos andantes de pasiones por el mundo y sus secretos siempre ajenos.
Y heme aquí: dedicando intentos, contemplando logros,
sonriendo con cada espasmo de las pláticas largas que son ahora para mi alma,
la mejor ofrenda a tus ganas de crear emoción, emocionalista te decías,
emociones es lo que dejaste en mi vida; era respeto, admiración con lo que siempre mis ojos te veían,
y hoy es profundo amor, ese que no
seduce, que no ata, que solo va, ganas de seguir nuestro sendero con mi ojos
puestos al viento, y mis pies en el tiempo, ¿contigo? Si, en
las manos y en los sueños, contigo en la mente y contigo caminado juntos, yo
por ahora con el cuerpo encendido, y tu con la presencia cálida de siempre
Buscando la puerta correcta...
Expandiendo muros, contemplando ventanas, y escuchando al viento que canta ante la primavera exagerada, añorando los eneros cálidos
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