Cuando la fatalidad llego.

domingo, 25 de abril de 2010

Tan solo tres veces han bastado para devastar al corazón, en cada tacto que puedo contar con una mano me sobran motivos para esconder a diario mi razón, para mirar a los ojos con aflicción y desnudar la tenue estela de verdad, van quedándose en las palabras la zozobra de una distancia desde mucho antes determinada, en el desvelo de los ojos ya cansados se acumulan los gestos de pasión, la magia se agota y la paciencia huyendo va por la ventana por la que el viento ya no sabe conjurara tus labios inevitables, mientras en mi espalda se agotan los días de sonrisas y falsedades cuando por inercia trato de callar tu nombre mientras la piel arde, el alma te pide a destiempo, aquello que no se preguntaban las nostalgias hoy se consume en los motivos, pesa unos cientos de días más este cuerpo que no sabe de caminos ni cordura, que no es fiel y se le ha olvidado la discreción, vos sos perdición para la conciencia, pero hay más de una razón para que sigas siendo inspiración.
No ha importado ya navegar en otras vagas fronteras, tan feliz esta mi alma por saber de toda la luz que le das a los sitios más temidos de pasos sin destino, poco sé de futuros y van quedando huellas en mi espalda, esas que tu fugaz presencia deja cuando de madrugada un blues anuncia tu lejana y conmovedora presencia en este oscuro tiempo en que me tienes, puedes hacer trizas mi cuerpo y desgarrar mi cordial monotonía, puedes quedarte con mi piel que se desgarra y con la sangre de mis labios derramada sobre la almohada en que tus sueños no descansan.
Provócame a buscarte entre las astillas de esta historia que no te pertenece, en la que eres visitante fugaz y tiempo renovado, dale aliento a los susurros cansados de lo que no te cuento cuando mis ojos contienen lagrimas de anhelo, que esa canción triste de mi vida sea el eco de una historia sin fatalidad, enséñame a conmover tus manos para hacer estragos la razón, déjame en silencio cada noche de efusión, devora esa ficción física que llamo deseo de probar de nuevo el néctar cálido de tu cuerpo, incítame a olvidarte para calmar el desazón, sabemos que no hay tiempo que alcance para esperar una ilusión.

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