Traigo hoy arraigado en el alma, ese sabor nostálgico del cotidiano café en soledad, tengo en las manos
la intermitente urgencia de salir a pelear esas batallas que se han detenido
tras mis pasos lentos, muevo el cuerpo constantemente entre las paredes de este
insoportable tedio, el pesimismo lo evito cada madrugada cuando mis ojos
despiertan serenos pero con añoranza, después de este tiempo, ya me acostumbre
a encontrar el camino hacia las ganas de crear, ¡sola!, siempre sola, con mi
mano al viento, con mi cuerpo lleno de esperanza; pero de vez en vez cuando el día
cansa, cuando la madrugada inquieta, o la noche se vuelca silenciosa y monótona,
es en ese instante que mi mano te extraña, es en ese momento que la dualidad de
mi sonrisa que te celebra, y mis ojos húmedos que te han buscado, me hace mirar
de nuevo al cielo, saber que no estas ahí, saber que no miras las estrellas a
las mismas deshoras como antes en nuestra tangible distancia, quizá ahora las
miras desde otro angulo, ¡quizá...! solo
esa creencia me queda, entonces vuelvo a dormir para despertar con mi vida
diaria, con los viejos desconocidos, con las

lucecitas encendidas de mi alma,
con aquellos que van llegando y alientan a seguir andando, no me queda más que
conversar con aquellas nuestras cartas, o esperar que tu incierta presencencía
me regale esa brisa cálida para sonreír mientras mirando al espejo descubro mis
ojos con esa canción triste que solías decirme en secreto; alguna vez te lo dije, alguna vez lo cante, y
lo disfrace, y lo grite, y lo calle: -no te extraño ni te añoro con el dolor común
de una ausencia irreparable. Ya ni a la muerte le reclamo tu partida, ni me
resulta un misterio trágico entre tú y yo, es solo que la vida a veces me recuerda
que llegaste a mi sendero y me permitiste sentirme cómoda en tu camino, y esa
familiaridad de hogar ajeno es el que de vez en vez deseo solo para poder
respirar y continuar…
… mientras exista un amanecer para mí, o un insomnio
incomprendido para mi alma, te pensare, sonreiré para y por ti, y quizá un día volveré
a llorar por no encontrarte, pero recuerda siempre que días tenues como hoy me
recuerdan la maravilla que es encontrar seres como vos, aunque sean historias
tan breves, aquí estoy con la lucha constante la que ya existía en mi la primera vez que nos
vimos, aquí estoy con la alegría inquebrantable que me enseñaste a crear, aquí estoy
sola como cuando me encontraste pero siempre con las ganas de soñar…